Tus
ojos desdibujados en mi mente
miran
hacia un infinito imposible;
te
cuesta aceptar que estás perfectamente
muerta,
te cuesta aceptar que te mató.
…
Se
fueron todos, cesaron las sirenas.
Los
sanitarios llegaron a sentirse
vulnerables,
y la científica, limpia.
La
noche siguió tragándose su luz
mientras
un teléfono despertaba al juez:
“Señoría
otro hijo puta que mata
a
su mujer; cocaína y alcohol”.
Todos
toman café, nadie entiende.
…
Amaneció
y se fregaron las baldosas,
quedaron
todas bien limpias y brillantes,
y
tu sangre corría por el desagüe
echando
en falta el camino de tus venas.
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