Los
caminos perdidos en lo negro
de
la noche de hace ochenta años,
arrastran
a la memoria del pueblo
la
tierra removida; ausente
de
frutos y de flores.
La
tragedia, hermana del silencio
de
nuestros padres; hace recuento de
todos
los que hicieron el “paseíllo”
a
la cuneta de los olvidados.
Nadie
oyó sus gritos.
Son
muchos nuestros muertos olvidados
por
tantos años de velada historia.
Ocultos
en fosas sin epitafio y
velados
por rojos atardeceres;
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