Mire siempre a quien se dirija a los ojos del corazón, procurando que el otro no esté distraído ni le distraiga a usted.
Procure
no alzar demasiado la voz, ni usar términos malsonantes. La verdad, por el mero
hecho de ser tal, tiene una belleza oculta… a veces fría como la de las tumbas,
y que usted al declamarla ha de proteger siempre.
Y
por último, no olvide que nunca ha de perder la sonrisa aunque le tilden de
tipo raro o alienado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario