Pierrot, tan único, tan pálido y tan solo
viendo
en la mañana como la belleza
se
oscurece ante tus ojos.
Pierrot,
solo vislumbro
tu
breve y leve sonrisa en el ocaso
cuando
va cayendo la noche
y
sales al encuentro de la Dama Blanca.
Ella
te mira y te ilumina levemente
mientras
tú le cantas
la
más bella canción de amor
sin
máscara ni disfraz.
Por
un instante, tu corazón
late
de gozo y te embarga
el
placer que su presencia te otorga.
Pierrot,
iluminado por su tenue
y
dulce luz estás bellísimo
y
casi pareces feliz.
………………
Oh,
mi querido Pierrot,
volviste
a quedarte solo;
fíjate
que ya amaneció,
ya
se fue tu Dama Blanca
y
solito te dejó… mientras yo
te
sueño cada noche
intentado
curar la herida
de
tan cruento desamor.
Pierrot,
tú y yo nos sentimos miserables
y
despojados de toda ilusión,
soñando
cada noche
con
ese amor que no nació.
Oh,
mi querido Pierrot,
la
máscara y el disfraz
según
cuentan las leyendas
y
los cantares del carnaval
nos
han regalado miles de versos
y
la fatal inmortalidad.
Azrael
Adhara
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