El
arma letal ha llegado de lejanos territorios asolando Europa y Norteamérica.
Los
caídos son muchos, casi todos.
Las
listas reflejan día a día el número de muertos con una proporción geométrica
casi perfecta. El Primer Mundo sucumbe sin piedad ante la sindemia que
silenciosa está ejecutando su venganza ante la brutal situación de los países
explotados.
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