Se acercó al mostrador y solicitó el libro de reclamaciones.
No esperaba que tuviesen que morir tantos para salvar a unos pocos.
El mundo se había quedado pequeño para albergar tanta
barbarie y estaba demasiado sucio. Limpiarlo a fondo era
una decisión inalienable para salvar a la humanidad, o lo
que aún quedaba de ella.
Pero lo que nunca sospechó, era que él no fuese uno de los
elegidos.
Azrael Adhara
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