La
vida se desborda por el hueco
anegado
de lodo de sus ojos.
Y
no le importa, está muy cansada.
Cansada
de mirar y no ver nada,
cansada
de abrazar sin que haya fuego,
cansada
de beber amores muertos.
Tiene
el alma colmada de cianuro.
Quiere
recordar cuando se reía
del
mundo que giraba a sus pies.
Su
alma se deleita en el espejo;
primero
suspira, después sonríe.
Sabe
que podrá engañarlos a todos.
No
es feliz; y sin duda, lo parece.
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