La tarde plomiza va tiñendo de oscuro el barrio mientras yo deambulo iracunda y silenciosa. Hace ya tres días que no sé nada de ti, y hace frío, mucho frío… pero no es invierno. Arrastro mis pasos hasta una esquina perdida buscando también perderme.
Las vacilantes luces de la entrada, me
invitan a entrar y ocupo la mesa más escondida del viejo tabanco. Con una
fingida sonrisa respondo al saludo del mozo y le pido una copa de brandy de
Jerez. Éste regresa altivo con la magia entre sus manos mientras yo controlo la
intención de arrebatársela; necesito algo que caliente mis entrañas y me desprenda
de tus andrajosas promesas; ¿no te das cuenta, (imbécil de mierda) que sin mí
no eres nada?
Azrael
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