
Es mi pecho
el que está sobre la mesa fría.
No, no es mi pecho...
ahora es del patólogo;
a cambio,
yo me quedo
el dolor y el miedo;
pero...
¡no me acobardaré
en esta lucha!.
(Estas palabras van por las mujeres que se cruzaron conmigo en los quirófanos de las 8 de la mañana, buscando un nuevo amanecer).