martes, 2 de septiembre de 2014

Tus ojos y tu sangre



Tus ojos desdibujados en mi mente
miran hacia un infinito imposible;
te cuesta aceptar que estás perfectamente
muerta, te cuesta aceptar que te mató.

Se fueron todos, cesaron las sirenas.
Los sanitarios llegaron a sentirse
vulnerables, y la científica, limpia.
La noche siguió tragándose su luz
mientras un teléfono despertaba al juez:
“Señoría otro hijo puta que mata
a su mujer; cocaína y alcohol”.
Todos toman café, nadie entiende.

Amaneció y se fregaron las baldosas,
quedaron todas bien limpias y brillantes,
y tu sangre corría por el desagüe
echando en falta el camino de tus venas.