Ilustración obra de Nicoletta Ceccoli
La
retratista versificadora hace retratos. Hace retratos, pero no tiene cámara, ni
digital ni analógica.
Ella retrata con palabras, a veces con palabras
suaves y hermosas; y otras con palabras duras y feas (palabrotas).
Cuando se pone a trabajar, sigue el ritmo
del latido de su corazón, pero indefectiblemente, deja que sean sus dedos, esos
loquillos que viven en los extremos de sus manos, los que den forma al retrato.
Empieza a escribir y palabra a palabra,
surgen los versos. Y así, con la música de las letras, retrata a la gente, a
los paisajes y a las ideas. Retrata hasta obsesiones y sueños.
Cuando termina, su obra surge triunfante.
A veces con una gran sonrisa y llena de los mas bellos colores, y otras, oscura
y tenebrosa, asomándose a la incertidumbre como un paisaje desolado tras la
batalla; pero siempre recogiendo con el lápiz de la esperanza, la luz que se
esconde detrás de las sombras.
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