Atados
con un lazo, encontró dos pequeños paquetes a sus pies. Como siempre, salía con
prisa, los recogió sorprendida y enfiló la avenida del psiquiátrico donde
trabajaba.
A
solas en su despacho, se sirvió un café y al abrir las cajitas encontró unos
ojos que la miraban fija y apasionadamente.
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