La soledad de las sillas
guarda un profundo secreto.
En la soledad del lago
las gaviotas
graznan alborozadas;
en el camino claro
los niños cantan
gozosos sus canciones rimadas;
en lo inmenso del lago
el agua ronronea
para decir que sigue viva;
y fuera de todo,
las sillas respetan el silencio,
el silencio de aquellos
que se marcharon una tarde
y dejaron su corazón
anclado
a una estampa de verano.
Azrael Adhara
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