Obligados por el censo
dejan su casa atrás
y comienza la andadura
de la primera Navidad.
Ella lleva en su vientre
acurrucada a la esperanza,
él guarda en su mirada
la fuerza y la confianza.
No hay albergue en el camino
para dos jóvenes desterrados
pero siguen caminando
por senderos desolados.
María suspira bajito y
José la ayuda para el paso aligerar.
Sus miradas se cruzan, y presurosos
los dos, se tienen que cobijar.
Él la ayuda a acomodarse
en un rincón del Portal
y a la lumbre de un lucero
pare María al Rey de la humanidad.
El Portalito se llena de luz
alumbrando al mundo entero
y es que acaba de nacer
el guardián de los cielos.
Ángeles y pastores,
reyes y mercaderes…
todos le rinden honores
y le ofrecen sus enseres.
La Tierra gozosa recibe a Dios
en esta noche especial
porque esta noche celebramos
la Primera Navidad.
Azrael Adhara

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