Llevaba
la oscuridad de las ciénagas en la cara y
la aurora boreal colgada al cuello.
Fue el protagonista pasivo
de la última carrera,
y me estuvo explicando:
Cuando el silencio ataja al ruido,
da igual subir que bajar.
Cuando irracionales razonamientos
te llenan los bolsillos rotos,
entiendes, por fin
que hay cosas
imposibles de entender.
Y aún así,
cuando todo termine
tendrás que retornar al principio,
y entonces...
darle sentido
al infinito.
1 comentario:
Muy hermoso. Escribes muy bien. Un abrazo
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