martes, 4 de mayo de 2010

Darío


Llevaba
la oscuridad de las ciénagas en la cara y
la aurora boreal colgada al cuello.
Fue el protagonista pasivo
de la última carrera,
y me estuvo explicando:

Cuando el silencio ataja al ruido,
da igual subir que bajar.


Cuando irracionales razonamientos
te llenan los bolsillos rotos,
entiendes, por fin
que hay cosas
imposibles de entender.

Y aún así,
cuando todo termine
tendrás que retornar al principio,
y entonces...

darle sentido
al infinito.

1 comentario:

MiLaGroS dijo...

Muy hermoso. Escribes muy bien. Un abrazo